¿Cómo nacen los ejercicios espirituales?

Los EE son fruto de una experiencia y nos invitan a una experiencia

Los EE no han nacido de una reflexión ni de un estudio sistemático, sino de los ensayos, errores y aciertos de San Ignacio en su relación con Dios. Son la experiencia de Ignacio que ha querido compartirla con nosotros. Los EE se hacen, es decir entregarnos a lo que ellos nos desvelan de nosotros, del mundo y de Dios en nosotros y en los demás. Lo importante no es añadir conocimientos, manejar ideas nuevas. Las ideas son la parte más exterior de nuestro interior, son de todos. Las intercambiamos como viejas monedas. Lo importante es sentir y gustar las cosas internamente. Ese camino del sentir y gustar es la escuela de los afectos en nosotros mismos. Afecto = lo que nos afecta. Y sabemos que hay afectos de vida y de muerte. Reconocerlos, distinguirlos y confiar en los afectos positivos. Aquellos que como a pesar nuestro son la seducción de Dios, la imantación de Dios, del Otro en nosotros.

Se trata de ordenar nuestra vida

No se trata de progresar en doctrina, de raciocinar, sino de una experiencia personal, de un encuentro, de una escucha, de un diálogo. Sentir no es igual a sentimentalismo, sentimentalismo es envolverse en sí mismo, sentir es escuchar al Otro.

Se trata de personalizar el proceso. Cada una de nosotras venimos de una experiencia específica, de éxitos y fracasos. Todo ello configura mi vida en este instante, mi presente y mis posibilidades.

Buscar, gustar, saborear, saberme quedar en donde siento algo. No se trata de abarcar todo ni mucho.

Entrar en confianza. Alguien me espera. Sentir la ternura de Dios. Silencio interior para poder escuchar.