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Share Noticias Homilía Solemnidad del Santísimo Nombre de Jesús RemaMarAdentro2 de enero de 2022269 views0 Homilía Solemnidad del Santísimo Nombre de Jesús 1 de enero de 2022 Victor Hugo Miranda Tarazona, SJ Superior Provincial Jesuitas del Perú Hoy estamos reunidos aquí celebrando la Solemnidad del Santísimo Nombre de Jesús, que es la Fiesta Titular de la Compañía de Jesús, en este primer día del año 2022, en el que además la Iglesia celebra la Solemnidad de Santa María, la Madre de Dios. En la primera lectura del texto del Eclesiástico escuchamos desde las primeras líneas una verdad clara sobre las características de Dios: su Bondad y su Misericordia son eternas. Esa bondad y misericordia son muestra del amor profundo, infinito, inexplicable de Dios por la humanidad. Expresión de su amor es la venida de su Hijo, como nos lo recuerda la carta a los Filipenses, ese antiguo himno que celebra la entrega absoluta de Aquel que no se aferró a su condición divina para poder hacerse uno de nosotros, para poner su morada entre nosotros. Por eso tiene el nombre que está sobre todo nombre, de tal manera que al nombre de Jesús se doble toda rodilla. No hay ser más grande ni más importante. Y sin embargo ese mismo ser es presentado en el Templo, tal como nos lo señala el Evangelio, de manera sencilla, como lo hacía la gente sencilla de su tiempo, ofreciendo apenas un par de tórtolas. El Rey del Universo, el Nombre por encima de todo nombre, asociado a la sencillez, a la humildad. Las fiestas de Navidad son una celebración de la vida, del nacimiento de algo nuevo, de algo bueno. La Navidad es la manifestación plena del amor de Dios, de su amor por la Humanidad. Dios se hace como uno de nosotros, elige compartir nuestras alegrías y nuestras tristezas, elige caminar junto a nosotros, en las buenas y en las malas. Se hace frágil, se hace necesitado de nuestro amor. Nuestros tiempos actuales siguen siendo complejos. Hay mucha incertidumbre alrededor nuestro. Una pandemia que no se acaba y que cada cierto tiempo parece complicarse un poquito más, situaciones políticas, sociales, económicas que traen consigo inestabilidad para muchos. Vivimos tiempos en los que hay mucha violencia alrededor nuestro, de distintos modos, incluso entre los que amamos. Y todo esto puede amargarnos, puede hacernos también violentos, puede hacernos cínicos, indiferentes. Sí, todos podemos seguir ese camino. Sin embargo, nuestra experiencia de Fe nos invita a mirar las cosas de otro modo. Como diría San Ignacio de Loyola, podemos aprender a ver todas las cosas nuevas en Cristo. Y eso hemos tratado de hacer desde la Compañía de Jesús en el mundo entero y en el Perú. Estamos en medio de lo que llamamos el Año Ignaciano, el recuerdo del momento en el que San Ignacio sufrió esa herida en la pierna que inició su proceso de conversión y que es una invitación a todos nosotros a ver cómo podemos mejorar. Y en medio de esa dinámica de conversión los Jesuitas del Perú estamos en pleno proceso de planificación apostólica, para seguir repensando nuevas maneras de servir al Señor en el Perú y en la Iglesia de hoy, dándole nuevo aliento a nuestra misión enfocándonos en aquello que es más prioritario. Todo ello inspirando en lo que los jesuitas a nivel mundial denominamos las Preferencias Apostólicas Universales, Buscar a Dios a través de la experiencia de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, caminar de cerca con aquellos que viven en situaciones de vulnerabilidad, cuidar de nuestra casa común, y acompañar a los jóvenes en sus búsquedas de sentido; y al mismo tiempo aprender de ellos, de las nuevas generaciones, que ellos nos enseñen, ellos que son esperanza para la Iglesia, para el país. Trabajemos y pidamos porque haya más vocaciones jesuitas, vocaciones sacerdotales y también vocaciones laicales comprometidas con la misión de Dios. Si creemos en lo que hemos escuchado esta noche en las lecturas, que son verdadera Palabra de Dios, podemos mirar la vida de otro modo, con esperanza de que las cosas pueden ser mejores, podemos recuperar la confianza en la vida, en nosotros mismos y en los demás. La bondad y la misericordia de Dios son eternas. No son del pasado, no son de un momento, son para siempre. Que el Amor de Aquel que teniendo el Nombre por encima de todo Nombre nos ilumine, nos acompañe, nos ayude a arrancar este 2022 tratando de hacer lo mejor posible para que nuestro país, nuestra iglesia, nuestro mundo, sean un mejor lugar para todos nosotros, y para los que vienen detrás de nosotros. Amén. ¿Cuál es tu reacción? Excelente, muy pertinente! 2 Buenísimo! 1 Adoré! 0 Creo que falta un poco de mayor claridad ! 0 No me gustó mucho 0 Share
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