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Share Comentario del domingo - Evangelio Domingo 23 de enero, III° del Tiempo Ordinario. Lecturas: Nehemías 8, 4-10. 1 Corintios 12,12-30, y Lucas 1,1-4 y 4, 14-21. RemaMarAdentro23 de enero de 2022370 views0 Domingo 23 de enero, III° del Tiempo Ordinario. Lecturas: Nehemías 8, 4-10. 1 Corintios 12,12-30, y Lucas 1,1-4 y 4, 14-21. La primera lectura nos sitúa en el tiempo en que los judíos regresaron del exilio de Babilonia y reconstruyeron la ciudad de Jerusalén y el Templo. Los líderes de este regreso fueron el sacerdote Esdras y el gobernador Nehemías. Un día interrumpieron los trabajos para escuchar la lectura de la Palabra de Dios. A lo largo de toda una jornada se leyó la Ley, lo que ahora tenemos en los libros del Levítico y el Deuteronomio. Esa lectura recordó al pueblo la continuidad con la fe de sus antepasados. La fidelidad al Dios único y verdadero. Era necesario que aquella nueva etapa de su historia, llena de alegría y esperanza, estuviera fundamentada en Dios. Seguían siendo el pueblo elegido, y ellos llenos de gratitud por haber sido liberados del exilio en Babilonia se comprometieron a seguir siendo fieles al Señor. Lloraban de emoción y Esdras les dijo: “Hoy es un día consagrado a nuestro Dios, no hagan duelo ni lloren. Vayan, coman alimentos exquisitos, beban vino dulce y envíen porciones a quienes no tienen, pues hoy es un día consagrado a nuestro Dios. No estén tristes pues la alegría del Señor es la fortaleza de ustedes”. La alegría del pueblo les lleva a compartir. El evangelio de Lucas tiene dos partes una, del capítulo 1° y la otra del cap. 4°. La Palabra de Dios no se quedó en el Antiguo Testamento como privilegio exclusivo de Israel. Jesús es la Palabra del Padre hecha carne. Esto significa que Dios nos habla por medio de las acciones y enseñanzas de Jesús. Y su salvación es para todos. Lucas es uno de los autores que recoge esas palabras. Es el único autor del N.T. que no era judío. Era un pagano nacido en Siria que descubrió a Jesucristo por medio de la predicación de San Pablo de quien fue discípulo y compañero en alguno de sus recorridos misioneros. Nos dice que ha estudiado atentamente los hechos referentes al Señor y ha decidió ponerlos por escrito en un relato ordenado. Lo dedica a un tal Teófilo del cual nada sabemos: “a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido”. En la segunda parte del evangelio vemos a Jesús en la sinagoga de su pueblo. Era la primera vez que regresaba después de haber salido a predicar. La expectativa en el pueblo era enorme pues aquel Jesús a quien conocían de toda la vida y nunca había hecho nada extraordinario ahora venía precedido por la fama de gran predicador y autor de numerosas curaciones. El sábado como siempre acude a la sinagoga. En ella cualquier varón podía hacer la lectura y todos comentarla. Lee un texto del profeta Isaías (61, 1-2) que nosotros tenemos en nuestras Biblias. Este pasaje le sirve como programa de su vida: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar el evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Para dar la liberad a los oprimidos y anunciar el año de la gracia del Señor”. Ahí se queda Jesús. Es interesante señalar que no lee el siguiente versículo de Isaías que añade “día de la venganza de nuestro Dios” (Is.61.2). En el mensaje de Jesús que era una buena noticia, no caben venganzas de Dios. Jesús dice a sus paisanos que lo anunciado por el profeta se cumplía en él ese día. ¿Qué significan estas palabras de Isaías al inicio de la vida pública del Señor?. Que ha venido a liberarnos de todo lo que nos oprime, que nos ofrece una liberación integral que abarca toda la realidad humana y social. Muchas veces a lo largo de los siglos los cristianos hemos reducido la liberación que Cristo nos ofrece al plano de “lo espiritual” como si no tuviera nada que ver con la realidad en que vivimos. Como si fuéramos almas en vez de personas. Y también hemos reducido esta liberación a lo personal, ignorando las estructuras de pecado que existen en la sociedad, toda esa enorme maldad del mundo originada por nuestro egoísmo. Y las consecuencias de esta reducción del mensaje de Jesucristo están bien a la vista. Sociedades en las que la Iglesia ha tenido una profunda influencia durante siglos, como la nuestra, en las que sigue habiendo tantas estructuras sociales y modos de proceder contarios al espíritu del evangelio. Sobre todo las enormes diferencias sociales y las continuas violaciones de los derechos humanos. El desastre medioambiental que estamos viviendo en las playas de Ventanilla es una prueba más de este desprecio de los poderosos por la gente común. Somos seres humanos, materia espiritualizada y espíritu encarnado, y vivimos en sociedad. Para toda esa realidad es la liberación que Jesús nos ofrece y que nos libera de todo lo que nos oprime. Interno como externo, personal como social. Hoy la Palabra de Dios que leyó Esdras y escribió Lucas, junto a muchos otros, nos sigue hablando. Somos oyentes de la Palabra. Ojalá la meditemos cada día y la pongamos en práctica. ¿Cuál es tu reacción? Excelente, muy pertinente! 0 Buenísimo! 0 Adoré! 0 Creo que falta un poco de mayor claridad ! 0 No me gustó mucho 0 Share
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